NÚMERO: 96
TÍTULO: LOS VOLUNTARIOS DEL COYOTE
SINOPSIS: Un humilde campesino encuentra oro en sus tierras poco antes de perderlas acuciado por las deudas. Sin embargo, diversos hombres poderosos tratarán de arrebatarle las tierras. Sólo la intervención del Coyote puede impedirlo.
PERSONAJES:
+: César de Echagüe, César de Echagüe y Acevedo, los Lugones
+: César de Echagüe, César de Echagüe y Acevedo, los Lugones
-: Albert Saint
Andrew, Lance Hasset, Victoria Hasset, Lacanale
FRASE:
- Los españoles somos dueños del tiempo.
CITAS:
- La amistad tiene unos límites muy cortos.
- De raza le viene al galgo ser rabilargo.
- Se aprende más oyendo que hablando.
VALORACION: 9
OPINIÓN: De nuevo una trama muy dinámica, típica del Coyote, con descubrimiento de oro, abusos de los poderosos, engaños, justicia popular, etc. El final de la novela es totalmente inesperado. Muy buena novela.
CAPÍTULOS:
1.-
Santa Adelita
Cinco días antes de vencer la hipoteca que Damián Ugarte
tenía sobre las tierras de su padre, Santa Adelita, encuentra oro en las
mismas. De camino a Los Ángeles se encuentra con Angelita Rodríguez, una
chiquilla que se está enamorada de él. De forma algo imprevista y precipitada
deciden casarse, aunque Damián no está totalmente convencido de estar enamorado
de angelita.
2.-
La hipoteca
Fray Anselmo se niega a casar a los dos jóvenes. Les pide
que hablen con sus padres y preparen tranquilamente la boda. Cuando vuelven a
la ciudad Damián no encuentra al banquero Emigh para averiguar los trámites de
su hipoteca. Tras buscarlo en toda la ciudad acaba en la Bella Unión. Allí
decide tentar la suerte y cambia el oro por monedas. El cajero que le cambió el
oro sospecha acerca del origen de éste. Se lo comenta al propietario de la Bella
Unión, Albert Saint Andrew. Éste se da cuenta de que Damián ha descubierto el
oro en su tierra y trata de impedir que pueda recobrar la hipoteca, ya que es
él el que le dio el dinero de la hipoteca. Le pide al crupier que haga perder a
Damián.
3.-
Una trampa para un ingenuo
Mientras Saint Andrew espera a que le traigan a Ugarte llega
el también corrupto alcalde de Los Ángeles, Lance Hasset, quien también está
implicado en la operación que tiene por objeto obtener las tierras de Ugarte. Cuando
llega Ugarte, Saint Andrew le comenta que él es y quien le presto el dinero de
la hipoteca ofreciéndole una prórroga. Además le devuelve el dinero perdido, haciéndole
firmar un recibo que posteriormente Saint Andrew terminara de rellenar
falseando los datos simulando la compra del terreno. Ugarte no sospecha de la
trampa en la que está cayendo. Saint Andrew igualmente decide deshacerse de su
cajero quien puede delatar sus trampas. Sin embargo los hombres de Saint Andrew
a los que se encarga deshacerse del cajero pertenecen a los Voluntarios del Coyote
y deciden pedirle consejo a su patrón.
4.- La borrachera de Damián Ugarte
El alcalde Hasset envía a su sobrina victoria a cobrar el
cheque de medio millón de dólares. La sobrina es una mujer muy hermosa pero
calculadora. Cuando va al banco a cobrar el cheque se encuentra con don César y
su hijo. Estos presencian el cobro del dinero y deducen que existe un secreto
detrás y la identidad de la persona que ha ido a cobrar. Don César decide
pagarle la hipoteca a Ugarte.
5.-
El despertar de Newman
Cuando el cajero se encuentra en el escondite de los Voluntarios
del Coyote y éste último le comenta que su jefe ha intentado asesinarle el
cajero se decide a comentarle al Coyote lo que sabe de Ugarte. Los Lugones le
llevan a la novia de Ugarte al Coyote y esta le confirma que Ugarte encontró
oro en Santa Adelita. Por último registran el banco y confirman que la hipoteca
la había pagado Saint Andrew y a su vez éste fue quien extendió el cheque. Las
piezas van encajando para Coyote aunque desconoce el lugar donde se encuentra Ugarte.
6.-
El despertar de Ugarte
Damián Ugarte se despertó a los 3 días en San Francisco entre
sueños y nebulosas y no recuerda nada de lo que ha pasado. En un momento ve una
noticia en el periódico y descubre que han encontrado oro en Santa Adelita. Cuando
Damián se dispone a volver a Los Ángeles disparan contra él matándole. La
noticia llega a Los Ángeles dejando desconsolada a la novia de Damián.
7.-
Interviene el Coyote
El alcalde Hasset le comenta a Albert Saint Andrew que posiblemente
sus dos hombres hayan dejado con vida al cajero. Albert envía ahora algunos de
sus hombres de mayor confianza para que lo comprueben. Una vez sólo en su
despacho se encuentra frente al Coyote quien le pide la documentación de Ugarte.
Ante la resistencia de Albert el Coyote se ve en la necesidad de marcarle la
oreja. Cuando salen de la Bella Unión los Voluntarios del Coyote descubren que
han detenido a los dos hombres que no mataron al cajero y que les están
juzgando.
8.-
Juicio contra unos voluntarios
Robert Turner, el comandante de los Voluntarios de
California usará a los dos hombres juzgados para atraer al Coyote y así poder
cazarlo. Para ello tiene apostados a muchos de sus hombres en todas las casas
cercanas. En un momento aparecen numerosos billetes de mil dólares y todos los
hombres corren tras los billetes. El Coyote y sus hombres aprovechan la ocasión
para detener a Turner y liberar a los dos hombres que estaban siendo juzgados.
9.-
Una mina sin propietario
Ugarte aparece en Los Ángeles. Curiosamente no era él el que
estaba muerto, sino solamente malherido. Lo confundieron con un cadáver que
tenía su documentación, seguramente robada y tenía la cara desfigurada. En Los
Ángeles descubre que en San Francisco se casó con Victoria Hasset. Ésta y su
tío le indican que debe aceptar su papel y quedarse con una pequeña parte de
los rendimientos de sus tierras o en caso contrario deberán matarle.
APORTACION ADICIONAL:
He encontrado una web que está
relacionada con el tema principal de esta novela, el oro encontrado en tierras
californianas, que me parece muy clara y buena. Especialmente interesante me ha
parecido la parte que hace referencia a la vida del minero de aquella época.
La vida del minero
"No te imaginas lo cochina que es la minería de oro y
lo que sufre el minero.... No vivimos como gente sino como animales".
Carta de un minero
La disentería era muy común porque los mineros tomaban agua
de pocitos de filtración de solo un metro de profundidad. En 1850, 1852 y 1854,
hubo epidemias de cólera en San Francisco y cada una arrasó con un 5% de la
población. Un médico calculó que una de cada cinco personas moría antes de
cumplir seis meses de llegada.
La extracción de oro llegó a su auge en 1852; de ahí en
adelante, era muy difícil que el buscador de oro sacara ganancias, las cuales
bajaron de un promedio de $20 al día en 1848 a $10 en 1850, $5 en 1853 y $3 a
fines de la década.
Cuando el oro de la superficie se agotó, se requerían
tecnologías caras para extraerlo (como la minería hidráulica, que utiliza
chorros de agua, o minas profundas). En 1853, se invirtieron $3 millones para
desviar el río Yuba. Según un historiador: "Los nuevos dueños eran lo que
sus contemporáneos llamaban capitalistas y, como resultado de dicho proceso, el
control pasó del minero independiente del cerro al hombre de negocios y
finanzas de la ciudad".
Según el censo de 1860, solo uno de cada diez mineros tenía
tierra o propiedades. Un historiador concluyó: "Una cantidad
desproporcionada de mineros no tenía ninguna propiedad.... Ya no vivían en los
campamentos, soñando con hacerse ricos, sino en los barrios bajos, esperando
ganarse un quinto en las nuevas industrias".
A fines de la década de 1850, la mayoría de los mineros ya
eran proletarios que trabajaban por un salario y enriquecían a los patrones.
Muchos trabajaban en las minas hidráulicas o de cuarzo de California o en las
minas de plata de la Veta Comstock de Nevada. En la Veta Comstock, trabajaban
de 650 a 1000 metros bajo tierra, en un calor infernal de 43 a 50 grados C;
sacaban el mineral con los nuevos explosivos y corrían el peligro de derrumbes
constantes, gases letales e incendios. A los lesionados y a los familiares de
los que morían en las minas no los indemnizaban; nada más sacaban a los muertos
y metían a nuevos trabajadores.
Unos pocos hicieron grandes fortunas en la fiebre del oro. Esos
nombres se ven en las calles, universidades, hoteles y museos de California,
"el Estado Dorado". Los capitalistas del ferrocarril Charles Crocker,
Leland Stanford, Mark Hopkins y Collis Huntington acumularon más riquezas.
William Ralston, dueño del Banco de California y de las minas de Comstock,
hacía suntuosos banquetes, donde servía la comida en platos de oro y plata a
centenares de compinches acaudalados.
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